Sin ánimo revelar grandes intrigas del argumento ya podemos adelantar que Alex, el protagonista, comienza Homecoming tirado en el suelo en mitad de la fantasmagórica ciudad sin saber qué hace allí. Vuelve Silent Hill y con él sus clásicos clichés estéticos: El áspero grano en la imagen, la perpetua niebla y los interiores lúgubres y desconchados marca de la casa.
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